por JuanDeLezo » 24 Jun 2016, 07:25
En España no hay menos de cincuenta o cien mil lugares interesantes. Si encuestáramos a su población probablemente saldrían muchos más. Hace medio siglo que recorro los caminos de esta piel de buey (con los pingajillos sueltos de sus islas) y si en ese tiempo he aprendido algo es que sus tierras encierran un mundo increíblemente variado (y variable) en todas sus manifestaciones visibles y tangibles y hasta en lo que no se ve, en el carácter individualista de sus gentes.
Una lista de mil lugares que vale la pena visitar es necesariamente incompleta, soy consciente de ello. Por eso he intentado que mi censo fuera lo más equilibrado posible, que incluyera los lugares esenciales de España para un aficionado al arte, al paisaje, a los museos, a la gastronomía, a los lugares insólitos o misteriosos, a la historia, al exotismo, a las fiestas, a la arqueología e incluso al lector, tan abundante, que abomina de los viajes y cuando quiere ver mundo se limita a conectar con el National Geographic Channel o adquiere una revista especializada.
Estos mil lugares que presento aquí a la benevolencia del lector conforman una lista que no pretende ser exhaustiva (objetivo a todas luces imposible), pero sí equilibrada y representativa del gusto del español medio, ese ser apacible y raramente irritable que protesta mucho cuando se le lleva la contraria, que no cede fácilmente cuando alguien le propone una meta de viaje distinta a la que él tenía en mente (por supuesto, la mejor), pero que cuando llega al lugar que le impusieron se desenfurruña rápidamente, enseguida capta sus ventajas, se acomoda a él y lo agrega a la lista de sus lugares favoritos, o sea: lo descubre con su acrisolada experiencia de viajero y a la vuelta de la excursión lo alabará ante los amigos como un descubrimiento personal.
Este libro es, por lo tanto, una macedonia de lugares interesantes en la que he procurado incluir los variados gustos de los españoles. Soy consciente de que para algunos lectores faltarán lugares (que quizá yo mismo habría incluido, de conocerlos), pero también de que no sobran, de que todos los que este libro incluye nos dejarán un recuerdo agradable o por lo menos inolvidable (pienso en ciertas fiestas que podríamos calificar de excesivas). He procurado que no sea, ni parezca, una exhaustiva guía de viajes. A veces, metido en harina, mencionaré una escena que presencié, un retazo de conversación que alcancé a escuchar, una anónima opinión, una reflexión... Si menciono una iglesia quizá solamente lo haga para señalar un capitel en el que aparece una escena sexual explícita que no debemos perdemos; si señalo un museo quizá sólo comente la existencia de cierto cuadro, que puede no ser el más famoso, pero que guarda cierto interés para el viajero curioso. Finalmente, para no hacerme prolijo, diré que soy consciente de que los españoles viajamos para comer y beber (aunque siempre con otros pretextos, lo sé): por eso he tenido en cuenta las excelencias gastronómicas de cada lugar... si las hubiera. Incluso en alguna ocasión me he permitido aconsejar al lector que se lleve un bocadillo.
Siempre he pensado que el dinero mejor gastado es el que invierte uno en viajar y que si el español estuviera más viajado sería más tolerante y, por lo tanto, menos desdichado. Así como don Pío (Baroja) afirmaba que el carlismo se quita leyendo, me atrevería yo a afirmar que la intolerancia y la cerrazón se quitan viajando. Además, el viaje siempre nos brinda momentos de felicidad y armonía, ¿qué más podemos pedirle a la vida? Viajeros o no, espero que disfruten del libro y que su lectura los estimule a visitar alguno de los lugares aquí descritos.
Cordialmente,
JUAN ESLAVA GALÁN
La gratitud en silencio no sirve a nadie. A ver si participamos más.